Casi tres lustros llevo en
la actividad sindical. He atendido decenas y decenas de casos de trabajadores despedidos
sin justa causa por Ecopetrol. Desde compañeros con 5 años de servicio
hasta otros que bordean los 30. Para unos y para otros ha sido una tragedia. Un despido en general, según estudios de la Universidad de Manchester genera un trauma grande: "...
tan grande, que estas personas no solo se sienten mal, sino que
pierden la confianza en los demás. El efecto es tan nocivo que puede perdurar
hasta una década, sin importar el empleo que hayan conseguido después.”[1]
Imagen: revista Semana |
Empezando que cuando te
despiden sin justa causa, te vas con algo peor que el mismo despido: la
incertidumbre. No te deja dormir el saber qué hay detrás de tu echada. Porque
en Ecopetrol siempre hay una causa detrás de un despido “sin justa causa”.
Empiezas a revisar tus evaluaciones, tus compañeros de trabajo, hasta los
chistes que hiciste en reuniones sociales. Todo te da vueltas y no sabes ni por
qué te despidieron. Nadie, nunca, te dará una explicación.
Lo segundo es que quedas
literalmente en la calle y con pocos recursos. Ni en nuestra convención
colectiva de trabajo, ni en el reglamento, ni en el pacto colectivo (Acuerdo
01) existen tablas de indemnización superiores a la ley. Te vas con la
liquidación que permite la última reforma laboral uribista: la ley 789 de 2002.
Una indemnización literalmente miserable.
Aquí, quisiera contarles a
los que no lo saben, que antes de 2003, no podíamos ser despedidos sin justa
causa. Una gran conquista sindical que nos arrebató el gobierno de Uribe y su
presidente de Ecopetrol Isaac Yanovich. Sin esa garantía, somos personas
vulnerables y estamos absolutamente expuestas al capricho de nuestros
superiores, por algo muy sencillo: hasta ahora nadie ha pagado de su bolsillo
ni las indemnizaciones, ni las condenas.
Quienes te despiden se esconden.
No son los que entregan la carta ni les interesa cómo es el procedimiento, ni
cómo se hace. A ellos no les importa la tragedia que eso genera en tu familia y
circulo social. Debes cambiar los hijos de escuela o universidad, vender la
casa y mudarte. Tu vida cambia por completo. Tus veteranos padres no entienden
que deben abandonar sus tratamientos médicos y buscar una EPS porque en una
prepagada seguramente no los reciben. Las entidades financieras te llaman a
apretarte por tus deudas. Los créditos especiales ahora se cobran con interés
bancario. Hace poco planteamos que si a uno lo despedían al menos lo liberaran
de los préstamos que hace Ecopetrol, eso es posible, pero nos falta fuerza y a
la empresa voluntad.
Y viene otro lio: conseguir otro
trabajo. A veces es mejor que te despidan por algo porque ya sabes que
cometiste un error y lo pagaste. Pero la empresa que te piensa contratar
siempre tendrá el fantasma de un “despido sin justa causa” y la gran pregunta: “¿Por
qué despedirían a este o esta?”. Y si te despiden siendo madre cabeza de
familia, o mujer en estado de fertilidad, o mayor de 50 años, la tragedia es
peor. Nadie te da trabajo. Y si estás sobrecalificado debes bajar la hoja da
vida y esconder tu experiencia y estudios porque también es motivo de
discriminación. Quedamos literalmente jodidos.
Los únicos que siempre aparecen
en esos momentos duros son los dirigentes sindicales. También algunos abogados
buscando pleitos, pero las asesorías sinceras, con empatía y gratuitas, siempre
las dan los dirigentes sindicales de la USO. Inmediatamente se evalúa si
procede el reintegro, si hay fueros legales o constitucionales y cómo se adelanta
el pleito. Hemos ganado muchos en los tribunales. Estamos buscando fórmulas
para que Ecopetrol sea condenada a pagar una indemnización plena de perjuicios
y luego cobrársela a quien firma el despido. Algún día llegará ese momento y
más de uno lo pensará muy bien antes de volverlo a hacer. Hoy despedir es como
un juego.
También lucharemos para que
podamos recuperar la cláusula de estabilidad que nos arrebataron en tiempos de
debilidad o que superemos las tablas de ley en materia de indemnizaciones.
Necesitamos ser mayoría y tener la capacidad de votar una huelga. Por eso
insistimos en la afiliación masiva, en ser mayorías, en ser la mitad más uno.
En 2015 cuando de un sopetón
despidieron a 90 compañeros, la mayoría no sindicalizados, y aun así les
ayudamos, pensamos que la afiliación a la USO llovería, pero no fue así. La
percepción de la gente es que nunca les va a pasar esto, hasta que llega tu
jefe, dos abogados y te arrinconan en tu cubículo y no te dejan sacar ni tus
pertenencias porque te las envían a tu casa a través seguridad física. Hasta
que no vives una humillación de esas es que no crees que la empresa a la que
has dado todo, te puede hacer eso.
Ecopetrol despide sin
piedad. Sin importar si te quedabas 18 horas en la oficina. Sin importar si no
acompañabas a tu familia en una fecha especial por ayudar a la producción. Aquí
no importa nada. Aquí solo importan los barriles, que, por esta tragedia,
dejaron de ser limpios desde hace rato.
¿Saben por qué la empresa no
ha publicado los resultados del clima laboral en los últimos años? Porque el
“Talento Humano” se volvió des- humano. Porque en mi opinión se rajaron.
Aquí solo nos queda
sindicalizarnos. Apoyarnos entre todos. Ser más humanos nosotros, estrechar
lazos de solidaridad y luchar pronto por estabilidad laboral. Ese cuento de que
la “estabilidad laboral se la da uno mismo” es carreta. Aquí un jefe se
levanta con ganas de despedir a un trabajador y lo puede hacer. Sencillo. Sin
pedirle permiso a nadie.
Reflexionen. Ojalá cuándo lo
hagan, no sea demasiado tarde, como lo escucho, con arrepentimiento, en cada
uno de los relatos de quienes atiendo cotidianamente.
Excelente articulo y una realidad en Ecopetrol.
ResponderBorrarBuenos días. Una muy interesante reflexión, en una cruda realidad.
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